B-LIVING: Ser digital sin perder humanidad
Hoy toca compartir una reflexión, que preparé a vuelapluma hace un par de meses para un “asunto interesante” y que no quería dejar guardada en el Drive:) Así que va.
Aunque llevo años dedicándome a las tecnologías, a la innovación y a la comunicación en red, y quizás precisamente por eso, a veces echo en falta la última parte de mi nombre de usuario, la más humana, la «marikiya» y no tanto la «ciber». Posiblemente esa sea la razón, viéndolo con perspectiva, por la que me he embarcado últimamente en varias aventuras analógicas, que compensan mis dos mitades y me aportan mucho para mi vida digital, y viceversa. Es precisamente esto lo que quería contar en estas líneas “híbridas”, escritas online pero de un modo más propio del papel…
La tecnología, las redes sociales, nos han aportado mucho, sin duda, y lo siguen haciendo. Pero hay cosas que la tecnología nunca debería cambiar.
Pasamos mucho tiempo, por trabajo y por ocio, e incluso para aprender, conectados online o utilizando determinadas tecnologías. Nos hemos acostumbrado a ello. Y por eso quizás empezamos a valorar, más que el contenido o el resultado de nuestro aprendizaje o nuestro trabajo, lo emocional, la experiencia. Si nos paramos a valorar tendencias, muchas de las que triunfan, como la realidad aumentada o la telepresencia a través de videoconferencia, entre otras, son aquellas que, aún siendo digitales, nos aproximan a lo humano, a lo real.
En el ámbito de la comunicación, que conozco bien, mientras hablamos de emprendimiento digital asistimos también al resurgimiento del papel, con medios dirigidos a determinadas audiencias que ofrecen un periodismo cercano, humano. Un soporte, el papel, comentaban desde Yorokobu, libre de espionaje y de spam. Lo disruptivo es crear proyectos que se apropian de elementos de otras disciplinas para crear experiencias únicas y en las que las personas son el centro, como Diario Vivo, especie de monólogos de escritores y periodistas en un teatro clásico que, señores y señoras, no se graban ni se suben a la red.
No digo que lo digital esté en decadencia, porque no lo está. Pero lo analógico, e incluso lo retro, triunfa, en pleno siglo XXI y sociedad digital, en las artes y el diseño. Se revaloriza lo artesano, aquello que es único y más difícilmente reproducible. El boceto, la tipografía caligráfica o las tabletas digitalizadoras con las que poder pasar a nuestro equipo aquello que solo sale de nuestras manos…
Como docente de Periodismo en la Universidad, trabajo con jóvenes (sí, nativos digitales), una asignatura sobre diseño e infografía digital y no se lo creerán, pero las prácticas que más valoran son las que les propongo sobre bocetado de publicaciones, remezcla analógica y creación de collage… Las incorporo porque creo que es, además, fundamental, fomentar la creatividad, la experiencia de trabajar en grupo, con personas, y de hacer algo muy humano que las máquinas, los programas de diseño, nunca podrán hacer por nosotros: pensar, planificar, antes de producir.
Este tipo de metodologías analógicas pueden ser muy útiles para enseñar sobre algo muy necesario hoy, las llamadas competencias digitales, como conocimientos, habilidades y destrezas que van más allá de lo tecnológico e instrumental, y que son imprescindibles para cualquier profesional. Me explico: a nadie se le ocurriría llegar a una biblioteca y arrancar una página de un libro para luego pegarlo a otro propio y decir “eso lo he escrito yo”. Pero en el mundo de la cultura digital, donde son comunes las prácticas de remezcla, hibridación y bricolaje, a veces (¡también futuros periodistas y los docentes, puedo dar fe!) hacen uso inapropiado de recursos digitales de terceros y no respetan los derechos de autor, en ocasiones por mero desconocimiento: no saber citar es plagiar.
¡Vamos a aprovechar lo analógico, lo humano y lo artesanal, las experiencias vividas en primera persona, para enseñar a las nuevas generaciones, y no tan nuevas, a hacer uso de las nuevas tecnologías y de los contenidos en red! Ya sabéis lo que dicen de que al final recordamos no los hechos ni los momentos en sí (los contenidos, llevándolo a la enseñanza) sino las emociones que nos produjeron (la experiencia, el proceso).
¿Por qué vais, si lo habéis hecho, a un evento tipo meetup, networking…? (y espero que no digáis, por la cerveza o por el catering;). Porque los vídeos se podrían ver perfectamente en casa, y cuidado porque no digo que no lo hagáis luego y que eso sea una suerte. Son experiencias distintas, complementarias y necesarias. Ahí tenéis la respuesta.
También sucede lo contrario, a veces asistimos a eventos presenciales vacíos de experiencias y de humanidad, donde no hay interacción y todo se limita a escuchar discursos o lecciones magistrales. Yo tengo experiencia organizando, ya sabéis, Databeers Málaga, un meetup en ambiente informal (¡bares!), con charlas breves y divulgativas, que aunque tematizados, reúnen a personas, no demasiadas, de distintas disciplinas que preguntan mucho, hacen networking e idean proyectos conjuntos. Por esa cercanía, y porque invitamos a cerveza (sí, es cierto), algo que no sería lo mismo online, este tipo de eventos es ya tendencia. Y en la misma línea (sin cerveza…), me gusta sacar a mis estudiantes de clase y ofrecerles jornadas como Tipomasters, con las que ellos y cualquier otra persona interesada puede aprender de manera informal y conectarse con la realidad profesional.
No nos olvidemos de que estos eventos son posibles gracias a la Red, porque ahí es donde se va conformando y va creciendo la comunidad, y ahí es donde luego compartimos los resultados y los materiales generados, buscamos nuevos ponentes, etcétera. Pero si la comunidad virtual funciona es porque lo presencial va.
Hace unos años nos preocupaba en exceso la tecnología, estar online… Ahora quien más y quien menos ya usa determinadas herramientas para trabajar y para potenciar su marca digital, personal o la de su organización. El foco debe ponerse ahora en las personas y en la estrategia.
También en el ámbito empresarial. Las organizaciones están preocupadas por la transformación digital. ¿Qué pasaría si esta, y la innovación, se basara solo en lo tecnológico? Sin líderes que la impulsen (ojo, hablo de líderes intraemprendedores, no de jefes), y sin directivos que incorporen la tecnología a su estrategia, con un sentido, y designen recursos para garantizar su aprovechamiento, incluyendo la formación y el incentivo a las personas, no habría transformación digital.
Como tampoco habrá participación ciudadana, dentro y fuera de la red, si nuestros proyectos y la forma de comunicarlos no son humanos, no tocan lo emocional y no proporcionan retornos colectivos. Pensemos en el crowdfunding. La financiación colectiva de proyectos mediante donaciones ciudadanas ya existía antes de la Red. Está claro que las plataformas y las redes sociales facilitan la captación de mecenas, pero no la garantizan si no se genera una empatía.
Lo mismo se puede aplicar al crear contenidos digitales y diseñar sitios web. ¿Qué es si no la experiencia de usuario y la usabilidad, tan en boga hoy? Creemos artefactos digitales comprensibles y útiles para los demás, y aprendamos de estos principios para ser más usables también en nuestra vida analógica y en el trato con los demás.
En fin, conectar los dos mundos, el analógico y el virtual, es esencial: ¡sólo triunfan los contenidos auténticos, las actividades coherentes entre estos dos mundos! Si no, estamos perdiendo el tiempo. Y nuestro tiempo es limitado y es, junto a nuestra capacidad de seguir aprendiendo de forma permanente, dentro y fuera de la red, nuestro recurso más valioso. Somos personas, y tenemos solo una vida, aunque en nuestros días nos haya tocado repartirnos entre lo analógico y lo digital. Y cuidado, porque lo virtual también es real, y ya que nos ha tocado vivir una era en la que pasamos parte de nuestra vida ahí (¡sí, muchos somos, “residentes digitales” como diría Prensky), hagámosla útil, disfrutémosla y no perdamos la humanidad.
Traspasemos experiencias, aprendizajes y contactos a lo analógico, y viceversa. Es solo buscarle el puntito a esta mezcla. Estamos preparados.
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