Así fue mi charla sobre «Aventuras y desventuras en redes sociales» para Beers and Science de la UMA
El pasado jueves 1 de diciembre di una charla, en el pub Molly Malone’s de Teatinos (Málaga) y en el marco del ciclo de tertulias Beers for Science que organiza el Vicerrectorado de Investigación y Transferencia de la Universidad de Málaga, en la que, bajo el título de «Aventuras y desventuras en redes sociales» y como se narra en la propia web de la Universidad, compartí, de manera informal y a partir de ejemplos propios y ajenos, experiencias que muestran las oportunidades y peligros de estar online y ser digital (algo tan necesario hoy).
De acuerdo a datos recientes, en España pasamos una media de un 10% del tiempo diario que permanecemos despiertos conectados a redes sociales (y cada vez estamos en más canales distintos). Eso implica, claro, muchas posibilidades desde el punto de vista personal y profesional, pero también un mayor riesgo de equivocarse…
Como muestra, las famosas meteduras de pata que recoge Manuel Moreno, de TreceBits, en su reciente publicación «Yo también la lié parda en Internet», que recomiendo y que me sirvió de base para aportar ejemplos ya antológicos de errores, vía Twitter casi siempre pero también a través de Instagram, de personajes públicos de distinto perfil, futbolistas, políticos, cantantes e incluso periodistas y medios de comunicación españoles de referencia.
En la presentación que usé como base, y que comparto abajo, podéis verlas. La mayoría de veces estos errores en red no acarrean consecuencias serias, y lo importante es ser coherente y pedir disculpas cuando, de forma no intencionada, se mete la pata online.
Cuestión bien distinta son los casos en los que no se respetan los principios básicos. Aunque tampoco esto es nuevo de Internet, sí es cierto que las redes sociales y su inmediatez facilitan, ya sabéis, la propagación del rumor o que se cometan determinadas actuaciones poco éticas, bajo el anonimato o aprovechando la inmunidad.
Nuestras actuaciones en redes sociales, y las de los demás sobre nosotros, conforman nuestra marca digital, y todo suma, o resta, a nuestra vida real en nuestra vida, digamos, virtual. Por eso es tan importante ser competente digitalmente, entendiendo las competencias digitales como algo que va más allá de lo meramente instrumental (manejo de tecnologías) y que implica que estas se usan conforme a una estrategia previamente diseñada, aportando valor y respetando a los demás usuarios (y sus contenidos), online. Sobre estas cuestiones proporcioné también algunos consejos en mi charla.
Formarse es fundamental, imitar a los expertos, cracks, tomar ideas de los proyectos de éxito, una posibilidad interesante, y usar los recursos de aprendizaje informal que brinda la red (¡aproveché para comentar sobre nuestro #moocecompetentes!), muy conveniente. Más aún porque ser competente digitalmente no tiene que ver con la edad: «¡Los nativos digitales no existen!», como afirmaban recientemente Wicho, de Microsiervos, o el propio Enrique Dans. Hoy resulta más adecuado hablar de «visitantes digitales» frente a «residentes digitales», terminología acuñada ya hace un tiempo por Prenski, el mismo autor que en su día hablaba de «nativos digitales» frente a «inmigrantes digitales» y que diferencia quienes sólo usan Internet y las redes sociales de forma esporádica de quienes están habituados a desarrollar parte de sus actividades online, y la red forma parte de sus vidas.
Investigaciones que he realizado desde la Universidad de Málaga, y mi propia experiencia docente aquí, prueban que buena parte de los jóvenes se cree experto por tener muchos amigos en redes sociales, que usa éstas casi siempre con fines personales y que no siempre son conscientes de la necesaria diferencia entre los perfiles más personales y restringidos, tipo Facebook, y los perfiles públicos, tipo Twitter, que aunque no siempre orienten a lo profesional, quedan precisamente por su carácter abierto más expuestos. Ejemplos de tweets reales de futuros periodistas, tomados de la presentación de mi compañera la profesora Bella Palomo para la materia «Periodismo Ciudadano y redes sociales» (Grado de Periodismo UMA), que este año impartiré por primera vez, lo dicen todo por sí mismos. Pueden también verse en la presentación que empleé como base de mi charla. ¿Qué haríais vosotros si tuviérais que contratar a una de estas personas como profesional de la información? Da que pensar, ¿verdad?
Mis propias desventuras… y aventuras online
Como también da que pensar mi propio caso personal, que también compartí con los asistentes a la charla de Beers and Science. Empezando por mis desventuras… Precisamente en el «Cyber Monday», cuatro días antes de la charla, revisando mis solicitudes de amistad pendientes en mi Facebook, vi una correspondiente a una persona, aparentemente «normal» y con la que compartía varios contactos de la profesión periodística en Málaga. Así que no la descarté sino que, por educación y precaución (¡suelo tener mala memoria!) le pregunté, vía mensaje privado y antes de aceptar su solicitud de amistad, si nos conocíamos (aunque uso Facebook para lo personal también tengo contactos profesionales, gestionados para que vean no tanto mis publicaciones más personales sino las actividades y proyectos profesionales que comparto aquí, ya sabéis, más aún porque además buena parte de mis amigos son del gremio o tienen intereses comunes conmigo en este sentido…).
Cuál fue mi sorpresa cuando me respondió sin mediar palabra, al día siguiente, con una imagen de su… digamos, el famoso icono de Whatapp. Mi reacción: bloqueo inmediato y avisar a las personas de las que era amigas en Facebook, para saber si lo conocían mucho y era de fiar y había sido, por ejemplo, alguna suplantación de perfil… ¿Os imagináis cuál fue el resultado? Quienes lo tenían de amigo (y ojo, por tanto con la información de su perfil expuesta a él), no lo conocían personalmente, sino que lo habían aceptado porque siempre había una persona amiga en Facebook que lo tenía, al recibir la solicitud, ya de contacto…
A raíz de esto, pregunté en la charla «Cuántos de vosotros habéis aceptado a alguien… sin conocerlo…» y efectivamente, más de una mano arriba. Y es que nadie está libre de cometer meteduras de pata online, y a veces nos fiamos de las recomendaciones/ contactos de los demás, sin que estos sean garantía de fiabilidad. De nuevo, nada nuevo bajo el sol. Los tipos despreciables que se abren la gabardina en medio de la calle son anteriores al invento de Zuckerberg, si bien ahora cuentan con nuevas herramientas. Si no abrimos la puerta de casa a desconocidos, lo mismo deberíamos hacer con los espacios online en los que tenemos tanta cantidad de información sobre nosotros, o más, que en nuestro hogar…
Con todo, mi experiencia en red es positiva. Además de la enorme cantidad de apoyos que recibí cuando compartí mi Cyber Monday precisamente vía Facebook, he hecho grandes contactos profesionales online, encontrado trabajo, recibido ayuda y recomendaciones impagables (¡aún me acuerdo de este mes de agosto buscando traductor del español al portugués!), feedback sobre mis trabajos, difundido resultados, etc. Así vuelvo a animar, siendo cautos, respetuosos y estrategas, a lanzarse a la aventura digital.
Una aventura que, seguro, amplía posibilidades profesionales. Como también participar en eventos como Beers and Science (¡que continuará el año que viene, atención, con nueva denominación seguramente!), divulgativos e informales, es una experiencia muy enriquecedora para quienes, como yo, creen que la Universidad debe salir, compartir conocimientos, intercambiar experiencias con estudiantes y profesionales, en eventos más allá de esta y, por qué no, en los bares. ¡Seguimos!