FRANCISCO BOIX: UN FOTÓGRAFO EN EL INFIERNO.

 

Datos de producción.

 

AÑO: 2000.

PAÍS DE ORIGEN: España.

EMPRESA PRODUCTORA: Canal Plus, en coproducción con Área de Televisión S.L.

DIRECTOR: Llorenç Soler.

COMENTARIOS Y LOCUCIÓN: José Sacristán.

PRODUCTOR EJECUTIVO: Oriol Porta.

PRODUCTORA DELEGADA CANAL PLUS: Miriam Mateos.

PRODUCCIÓN: Amancio de Aguilera.

INVESTIGACIÓN HISTÓRICA: Benito Bermejo.

MÚSICA ORIGINAL:  Eduardo Arbide.

INVESTIGACIÓN BARCELONA: Universidad de Estudios Biográficos. Universidad de Barcelona.

INVESTIGACIÓN EN MÉXICO: Emily Gamboa. Emilia Arau.

INVESTIGACIÓN MAUTHAUSEN: Martina Sckrock.

EDITORA ON- LINE- AVID: Angels Tous.

INFOGRAFÍA: Joana Demestre.

DIGITALIZACIÓN E INFORMÁTICA: Andrés Marso.

POST- PRODUCCIÓN- AVID: Dominó.

TÉCNICO DE SONIDO: Pere Aguilar. Marc Soldevila.

ESTUDIO DE SONIDO: Bit & Beat.

DOCUMENTALISTA: Gerald Casas.

DOCUMENTACIÓN RUSIA: Alexander Kandavrov.

ARCHIVOS FOTOGRÁFICOS: Familia Boix- Salomó. Amical de Mauthausen- Barcelona. Amicale de Mauthausen- París. Colección José Perlado. Colección Pilar Atriám. Arxiu Nacional de Cataluña. Casa d l’Ardiaca, Barcelona. L’ Humanité. Biblioteca Ajudtament de Barcelona. Fondo PSUC. Fondo Gregorio López- Raimundo.

ARCHIVOS VÍDEO. British Movietonews- Londres. National Archives- Washington. Filmoteca Española- Madrid. NO-DO- Madrid. Pathé Archives, París. Imperial Museum, Londres. Intervideo Russian, Moscú. Krasnogorst Archives, Moscú. Tramsit Films, Munich.

ARCHIVOS DOCUMENTALES. Biblioteca del Palamente de Catalunya. Fondo Montserrat Roig. Documentationsarchiv. Ser. Osterreichisdeen Winderstand Bundesministerium für Imperes Viena. Centre docummentation Juliue Contemporaine. Biblioteque Marxiste, París. Archivo del Comité Central PCE International Court of Justice La Haya.

DISEÑO GRÁFICO: Daria Esteva.

AGRADECIMIENTOS: Antonio Soriano. Manuel García Barrado. Ramón Milá. Paul le Caer. Amaya Ruíz Ibarruri. Néctor Andreu. Pierre- Serge Cchoumoff. Gregorio López Raimundo. Familia Perlado. Joan Escuer. Familia Montserrat Roig. Marc Baurier. Patricia Jacas. Museu d’ Historia de Catalunya. Offentliche Gendenstatte, Mauthausen. Archivo General de la Guerra Civil Española, Salamanca. Biblioteque de Documentation Internationale Contemporaine Kanterre. FACEEF, París. FNDIRP, París. Fundation Pour la Memoire de la Reportation, París. Fundation pour La Memoire de la Reportation, París. Fundación Dolores Ibarruri, Madrid. Musée d’Histoire Contemporaine- DIC, París. Desarrollado con la ayuda del Programa Media de la Unión Europea.

DURACIÓN: 55 minutos.

FORMATO: BETACAM. Color y Blanco/ negro.

 

Contenidos.

 

Este documental propone una mirada al pasado, un vistazo a la memoria olvidada de la Segunda Guerra Mundial y al horror de los campos de exterminio nazis. El eje que nos sirve de guía es la vida de Francisco Boix, fotógrafo republicano exiliado en Francia, a través de sus obras y del testimonio de los que lo acompañaron en su deportación. Boix es detenido por la Gestapo y enviado al campo de concentración de Mauthausen, en Austria.

Con la ayuda de los jóvenes “poschacher[1], una mujer del pueblo, y Antonio García –el otro fotógrafo del campo-,consigue poner a salvo sus fotos y otras que sustrae a los capos de este campo, que ordenará tras la liberación al final de la guerra. En Nuremberg[2], el propio Boix acusa a numerosos dirigentes nazis, tomando como prueba estas fotos. Posteriormente, continuaría su trabajo fotográfico en París, siempre acorde con sus ideales comunistas, hasta su muerte.

Lo anterior nos lleva a afirmar que el tema esencial de la cinta es el mismo Boix, en un doble aspecto; por un lado, sufridor de la barbarie nazi, víctima; por otro, héroe, testigo, militante fiel a sus principios de libertad. Es a través de sus fotografías donde se plantean el resto de cuestiones: los crímenes de la SS, la organización de los españoles en el campo, la muerte de Ziereis, comandante alemán responsable de éste, la liberación, el comunismo, etc, apoyadas éstas por los testimonios de varios deportados.

Así pues, hay una visión del exterminio nazi personificada en el drama de Boix, y todo el tema se nos plantea desde el punto de vista ideológico de la resistencia, de la lucha comunista que éste llevó a cabo, de sus logros. La voz del narrador nos conduce a través de esta visión (podemos ver cómo se insiste en detalles, desde el mismo prólogo, sobre los acuerdos entre Serrano Suñer y Hitler para “negociar el exterminio de los españoles”; o el tratamiento de las imágenes del NODO, o de aquéllas en las que aparece Hitler, etc).

 

 

 

Recursos Formales.

 

Abunda el simbolismo, el arte... a través de la puesta en escena; así, la reconstrucciones ante la falta de imágenes originales, articuladas al resto con hábiles recursos: el viaje de Boix a Nuremberg, el camino atravesado por los deportados tras su liberación, el bosque donde Ziereis fue hallado herido, que consiguen un mayor dramatismo y captación de espectador. La cámara se recrea con planos metafóricos (cristal empañado como símbolo de la memoria de los testigos con el paso del tiempo; contrapicado al suelo cubierto de nieve...).

El tema se halla personificado en Boix; pero no sólo se nos documenta sobre su labor profesional y política, sino que va más allá: fotografías personales con su sonrisa dedicadas al dorso a su familia nos aportan su rasgo humano y optimista, y los testigos lo definen como una persona valiente y solidaria; queda así como alguien cercano al espectador, quien llega a sentir la injusticia de su situación, comprende su lucha, o se apena por su muerte.

La iluminación contribuye a crear este ambiente dramático: luces y sombras, colores contrastados en los testimonios. Incluso se aprecia un uso artístico de la luz en los paisajes: un plano fijo donde la luz reflejada en un cristal produce un destello, o nieve blanca tras ventanas silueteadas, por ejemplo, como símbolo dramático (la voz en off pronuncia la frase “salir al exterior”, e intuímos lo que hay fuera, más allá, los “poschacher”). Precisamente en ejemplos como el éste se aprecia el uso del fuera de campo.

Los planos de los testigos son planos muy cercanos y cinematográficos, donde lo estético adquiere valor –primerísimos planos cortados por la frente-; al contrario, el resto son casi siempre planos generales o de conjunto –fotografías de la organización del campo, los capos, los deportados desnudos, la puerta con el águila esvástica, el torreón, la fotografía de un ahorcado en primer plano[3]...-, con algunos planos medios –fotografías de los deportados uno a uno, con el uniforme del campo-. Los planos detalle son muy significativos: mano de uno de los testigos trazando el plano de la misión secreta, gran piedra de la cantera, muro de la señora Poligner donde se ocultaron las fotografías de Boix, bandera nazi...

Hay gran variedad en cuanto a la duración de planos –aunque la mayoría son breves-y a la distancia –en los planos a base de fotografías, se usa, por ejemplo, el teleobjetivo en un picado a los cuerpos desnudos de los refugiados, fotografía realizada por los capos y de evidente contenido dramático- ideológico, los aplasta y los reduce, los mira por encima-. En este sentido, además de los planos en picado, hay algunos planos aéreos (aviación nazi en las imágenes de los noticiarios: vista de pájaro).

Puede apreciarse, por otro lado, un enorme uso de la cámara en movimiento desde las predominantes panorámicas laterales y verticales de los paisajes y de las fotos incluso, hasta otros movimientos llenos de efecto, como la imitación del caminar lento y agotado de los deportados ascendiendo la escalera –cámara en mano- el seguimiento a las vías del tren –donde la cámara parece hacer un travelling apoyada en un vagón o similar- o el rápido travelling que simula el paso de los españoles por el puente del Danubio tras su liberación,

También los zooms están presentes, sobre todo los acercamientos a los detalles de algunas fotografías; aunque no son demasiado abundantes en el resto de la cinta.

Hay un detalle que debo señalar: existen numerosos planos en los que elementos como ventanas, vallas, etc, aparecen contorneados y enmarcando al resto; en general, todos los planos tienen una composición y una estética muy cuidada. Gran preocupación por los detalles.

Se juega hasta con el uso del color; hay un empleo especial del color en las reconstrucciones actuales, en blanco y negro para dar impresión de realidad; o de los contrastes con la única presencia del blanco y negro en imágenes grabadas a color, etc.

El sonido constituye parte esencial como creador de efectos estéticos y simbólicos (sonido de un flash al principio de la cinta para enlazar varios planos de fotos, por ejemplo, o el sonido de unos pájaros), ideológico (el estruendo de las bombas y tiroteos de la guerra en las imágenes de los noticiarios; la voz original de los acusados en Nuremberg; el himno nazi), o de uso descriptivo (traqueteo del tren), etc, casi siempre diegético.  Incluso el silencio tiene como objetivo la reflexión tras la muerte de Ziereis.

La voz en off del narrador cobra un papel importante; da un efecto distanciador y de objetividad, pero está claro que su entonación y sus palabras no son indiferentes a la situación. Es una voz clamada, grave y serena, que casi siempre apoya lo que muestran las imágenes, o hace hincapié en algunos aspectos, conduciéndonos a ellos. Sin embargo, a veces se opone al resto (así, las imágenes y música alegres de la liberación de París al final de la contienda frente a un narrador con tono apagado y lenguaje severo “negros presagios...”, para contrastar las imágenes de la victoria con las siguientes, la caída de Hitler). Es decir, sirve en ocasiones como nexo de planos, o da paso a la voz del NODO, a la música... También sus palabras están muy cuidadas estéticamente (y parecen igualmente medidas ideológicamente).

Por otro lado, la música va pareja a las imágenes: una melodía pausada, suave y nostálgica cuando el narrador habla de Boix, que se torna en estruendo con las imágenes del Régimen Franquista,  que se vuelve de repente armónica, con un sonido de guitarra en los momentos más íntimos (correspondencia de Boix a su tía), que se acelera por el nerviosismo de la misión secreta de los españoles en el campo, o que se alegra con éstos tras la liberación (piano).

Y es la música combinada con el resto de elementos los que constituyen un montaje complejo, donde los planos se suceden la mayoría de las veces a través de fundidos o encadenados; otras, mediante la continuación de un mismo sonido. En cambio, otras veces se contraponen mediante cambios bruscos entre un plano y el siguiente (como el paso de imágenes fotográficas fijas a las de la guerra, con los consecuentes cambios de sonido y música).

Es, en general, un montaje rápido y dinámico: los planos se suceden rápidamente –a veces, como “flashs” de la cámara del propio Boix-, la mayoría (hasta los de los testimonios) son de corta duración, y se combinan planos cortos de las fotos, fijos, con planos generales en movimiento; estos movimientos de la cámara van, a su vez, alternándose. Incluso se combinan planos detalle en color con fotos de planos abiertos (el testigo que va explicando el plan secreto de los españoles, mientras se ven fotos de éstos).

Pero tras Nuremberg, el ritmo disminuye de nuevo, con los últimos años de la vida de Boix, dejando incluso lugar para el silencio. El último plano es muy significativo: dedicatoria de su última foto.

Ello conlleva prestar atención a los códigos gráficos, predominantemente diegéticos; desde algunos escritos con contenido ideológico (gran cantidad de símbolos de las distintas ideologías, desde la palabra “Pasionaria” o la pancarta con “los refugiados españoles saludan...” comunistas, hasta otros fascistas, como el decreto original de Hitler para ordenar el exterminio de los españoles), a otros de contenido dramático (así, las dedicatorias de Boix a su familia con su firma a mano, el documento de su ingreso en el campo con su número de deportado,  revista con la publicación de sus fotos, recorte de prensa de la noticia de su muerte, etc, que contribuyen a individualizarlo). Por otra parte, los subtítulos para traducir el testimonio en catalán, francés, etc, de los diversos intervinientes. Los títulos de crédito están al final, acompañados de un fondo de fotos dedicadas. Finalmente, el título de la película, al principio del metraje, está perfectamente enlazado con los planos siguientes, y las palabras aparecen en pantalla “flasheadas”,disparadas por una cámara (se aprecia la estética y el simbolismo de la cinta desde su principio a su fin).

Junto a éstos títulos, hay otros efectos creados en postproducción. Destaca uno que se repite en varias ocasiones – y a la inversa-: una cortina negra a ambos lados de una foto que se desplaza, dejando a la vista al personaje principal.

 

Partiendo del presente, es la propia voz en off la que propone la investigación de un tema olvidado, el que aquí se trata (“no renunciaremos a asomarnos a la historia...”); implica, pues un salto atrás en el tiempo. Así, desde el París de hoy hay un primer retroceso hasta las imágenes de Nuremberg (1945), y luego un segundo salto (la voz continúa: “¿Cuál fue el camino que tuvo que recorrer este hombre hasta...?”) que nos conduce al comienzo de la historia de Boix, donde los testimonios de sus compañeros se van sucediendo con imágenes originales del campo, a la vez que cada acontecimiento importante se ilustra con imágenes de los noticiarios alemán y español, por ejemplo. En medio, la voz en del narrador, la de los noticiarios, el ruído de la guerra... y una serie de fotos que otorgan realismo (como documento histórico), pero que a la vez son un elemento dramático y simbólico (como obra personal y reflejo del sufrimiento de Boix y del resto).

Es un montaje, pues, que alterna el presente y el pasado, donde el ayer y el hoy se confunden en los ojos del espectador, implicándolo, a través de las reconstrucciones, los paralelismos entre planos parecidos, hacia un mismo relato narrativo: el infierno de Mauthausen, y el infierno personal de Boix. Detrás, una implicación ideológica, un reconocimiento a una labor, como se manifiesta al comienzo de la cinta, a la “memoria roja”.

 

Análisis Crítico.

 

Francisco Boix, un fotógrafo en el infierno es un título que se ha paseado por la mayoría de los Festivales de Cine de nuestro país, obteniendo en general, buenas críticas. Esta película, producida el pasado año por Canal Plus, es un ejemplo representativo de lo que se está haciendo ahora en nuestro país, producciones de nuevos estilos y temas con un claro componente artístico.

Canal Plus es hoy un reducto para los amantes del documental (13). Aunque su carácter codificado condiciona una política diferente, quizás no tan pendiente de las audiencias y sí de la imagen del canal. La empresa, bajo el epígrafe Documentales Canal +, agrupa tres departamentos: Producción y Coproducción, Compras, y Actualidad –éste último, más enfocado al reportaje-.

Canal Plus ha producido recientemente documentales como Lorca, así que pasen cien años, Lorca, poeta en Nueva York, etc, con motivo del centenario del poeta en el año 98, u otros como Arman, Esclavos del gran sol o Mujeres sin rostro. En coproducción con Área de Televisión ha realizado la película objeto de análisis, llegando a estar entre la terna de candidatos a los Premios Internacionales Emmy y ganando un premio en el Festival de Cine Histórico de Pesca.

Esta cinta cuenta con un director de solera, Lorenzo Soler ( nacido en Valencia el 19 de agosto de 1936), quien ha participado en una larga lista de películas: España violenta, Será tu tierra, Cincuenta y dos domingos, Aquí... España, en la década de los 60; Carnet de identidad, Gitanos sin romancero, Cantata de Santa María de Iquique, Antisalmo, en los 70; o Ratita, ratita y Lola vende ca recientemente.

El documental tiene sus orígenes en una cinta anterior de Soler, Sobrevivir en Mauthausen, rodado en semiclandestinidad en 1974. Según el propio director (14),durante la preparación de la película, que se rodó en 16 mm, descubrió una serie de fotografías que estaban en archivos o en manos privadas. En esos momentos no varió la idea que tenía de ese documental, pero pensó que tenía material para una película más importante que la que traía entre manos. El director también constató las dificultades iniciales con las que contó para rodar esta película sobre Boix; una producción cara debido a la necesidad de hacer viajes y una investigación exhaustiva. Había acudido, durante los años setenta, a algunos productores, y durante años no encontró financiación. Incluso fue a la televisión autonómica de  Cataluña, que debía haber sido la primera en participar en el proyecto al tratarse de un catalán que intervino activamente en los juicios de Nuremberg.

 

Precisamente el hecho de que la película constituya una búsqueda al pasado, hacia la vida de Boix tomando como primer punto de referencia el Juicio de Nuremberg como prueba de la importancia de su testimonio para la historia, y el que después haga una nueva inflexión para comenzar narrando la vida del fotógrafo y su estancia en Mauthausen, es muy significativo.

Así, el montaje rápido y dinámico, veloz y dramático, a partir del comienzo de la narración de su biografía, para detenerse en la parte se su vida en el campo y cesar a partir de la liberación y el Juicio de Nuremberg puede, a mi entender, encerrar un significado, el de la propia vida de Boix, cuyos años de infancia y juventud transcurren rápido, se hacen eternos los años sin libertad, y su madurez transcurre estable; detrás de este primer indicio, puede quizás hallarse otro significado: tras Nuremberg, ya se ha hecho justicia, y todo transcurre con más calma.

El film encierra, pues, un amplio sentido metafórico; una fotografía del viaje de Boix al principio del metraje; otra al final, sonriendo, y donde se nos muestra su dorso con una dedicatoria familiar. Este paralelismo encierra una multitud de significados, cada uno lo interpretará a su manera: la cara de militante y testigo de Boix hacia el Juicio, y su cara personal y familiar; su responsabilidad y su drama interno tras Mauthausen, su sonrisa optimista y su vitalidad externas; la vida y la muerte... Sea como fuere, el caso es que parece tratarse de un desenlace optimista: la sonrisa del recuerdo de un personaje que logró sus propósitos, testimoniar contra los nazis; la victoria comunista.

Se trata, en resumen, de una cuestión acerca del valor del relato elaborado por la memoria – a través de ese “cristal empañado”-, donde también encontramos una consideración a propósito del revelado de la verdad, función auténtica de la historia.



[1] “Cuando entraron en el campo, en agosto de 1940, debían tener entre 13 y 19 años (...). Un empresario austríaco llamado Poschacher pidió mano de obra a los SS de Mauthausen. Éstos vieron un buen negocio (...). Así, se creó el célebre comando Poschacher, el kommando de los “bolsillos” (...). Los jóvenes Poschacher se integraron dentro del movimiento de resistencia e hicieron un trabajo magnífico: desde robar los clichés del archivo fotográfico, hasta ayudar, con comida y cigarrillos, a los más viejos.”

[2] “Gracias a Boix y a Antoni García, el campo de Mauthausen es uno de los mejor documentados desde el punto de vista gráfico(...)”. Fuente: Noche y Niebla... M. Roig.

[3]  Mediante ciertos datos localizados, parece tratarse de Hans El Colgado: “Ninguno de los Republicanos podrá borrar de su recuerdo la visión de Hans EL Colgado, ejecutado el 30 de julio de 1942. La cuerda se rompió dos veces... y todos esperaban ansiosos que se rompiera por tercera vez: le habrían perdonado. Era como un desafío a la orden de Himmler de que en las ejecuciones no podía haber ningún tipo de avería...”